Hablar de sensaciones es realmente complicado. Conforme más intensas son y más me afectan más esfuerzo me cuesta explicarlas seguramente por dos razones: no es fácil describirlas y, lo que es más obvio, no escribo bien. Es una pena por que no se si la mayoría de la gente que pueda leer esto captará bien lo que pretendo decirle. Lo importante es que me atrevo aunque me quede a mitad del intento.

Un día cualquiera llega un e-mail o una llamada de teléfono. Si me llega a mi suelo derivar el asunto siempre a mi manager (en el caso de que lo tenga en ese momento pues últimamente pocos son los artistas que trabajan a través de un manager) pues el maneja mejor que yo ese tipo de asuntos y además siempre he oído, aun no entiendo porqué, que a la gente que contrata a artistas no le gusta tratar directamente con ellos. El caso es que mi manager (o yo) una vez que el asunto está un poco avanzado y tiene información del evento en cuestión se pone en contacto conmigo y me cuenta la película. Es increíble la cantidad de guiones que jamás se llegaron a rodar!!! Me refiero con ello que la mayoría de las veces no se llega a nada sobre todo cuando se habla de dinero (es inevitable hablar de dinero). La gente desaparece, se esfuma como si jamás hubieran existido.

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Desde el mismo momento que recibo la noticia empiezo a preocuparme. Una preocupación absurda, sin sentido…pero yo soy así. Es increíble pues los primeros días generalmente no se nada ni del evento para el que me requieren, ni la localización, como mucho se la ciudad, ni que debo hacer, ni nada! Pero mi cerebro empieza a trabajar, a crear imágenes que seguramente luego no tendrán que ver nada con la realidad. Lo se por experiencia y aun así mis nervios son inevitables. He llegado a la conclusión de que no se trata de pánico escénico como siempre pensé pues junto a esa sensación de nerviosismo coexiste cierto placer de no saber que va a pasar pues se que todo sale siempre bien (dejémoslo en casi bien) y en la mayoría de los casos no hay nunca ningún problema.

Cuando se trata de un concierto en el que me acompañan músicos tardo más pues el trabajo es más complicado y requiere ensayos y programaciones nuevas, pero cuando se trata de una sesión en la cual se me pide que ejerza como dj me la curro en dos tardes! Bueno es un decir pues a mi me parecen dos tardes y luego echando cuentas son diez días los que tardo en tenerlo todo perfectamente calculado. Me refiero a que con el afán de quitarme esa sensación de nerviosismo y tener cuanto antes los “deberes hechos”, me pongo a trabajar de inmediato y esa misma tarde tengo ya casi la selección de temas con los que deleitaré al respetable.

295235_10151158998601011_1857316821_nUna vez hecho lo grueso del trabajo me olvido y dedico los días a mi trabajo diario que suele consistir en otras cosas. Suelo hacer muy pocos “bolos” por lo que la mayor parte de mi tiempo lo dedico a componer, a producir y a remezclar lo que más adelante son mis trabajos discográficos.

Y así pasan los días hasta que llega el momento en el que llevo pensado semanas e incluso meses. Ese día , tanto si tengo tocar delante de diez, cien o mil personas la luz es diferente o por lo menos yo la percibo diferente. La realidad es distinta ese día y no exagero. Si encima tengo que coger un avión y desplazarme miles de kilómetros para tocar por la noche el estrés ya es la hostia, no me extraña que la luz me parezca diferente. Pero me gusta. Me sorprende mucho la normalidad del resto del mundo cuando yo ese día tengo una responsabilidad que a mi me parece enorme. Por la mañana quizás voy a comprar el pan y caminado por la calle pienso “dios mío esta noche estaré en … tocando delante de gente que no conozco de nada y fíjate, toda esta gente sigue con sus grises vidas ajenos a cualquier emoción, a cualquier cosa que se salga de su absurda cotidaneidad!!! Soy un afortunado!!! ”. Pienso continuamente que soy un afortunado para calmar mis nervios, en realidad me cambiaría por cualquiera de ellos, pero solo ese día.

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Es curioso pero una vez que cojo el avión , el tren o el coche y me dirijo a mi destino los nervios desaparecen totalmente. Cuando llego al lugar en si y una vez controlados todos los aspectos técnicos del evento es cuando empiezo a disfrutar realmente del viaje y de la oportunidad que se me ofrece de conocer un lugar y personas nuevas. Aun así sigo dándole vueltas a las cosas no lo puedo evitar pero ya desde otra perspectiva…incluso me divierto cuando algunas veces no entiendo nada de lo que me dicen y contesto con un continuo “yes, thanks, yes, thanks!”, amable les debo parecer desde luego.

Y lo demás ya es casi siempre igual, unas veces más emocionante, otras realmente aburrido…depende mucho de la conexión con la gente. Respecto a eso podría contar mil cosas que me han pasado y que , yo como lo pienso todo tanto, me hacen sacar conclusiones algunas veces muy positivas y otras francamente desesperantes, pero respiro profundamente, doy otro buen trago a mi cerveza y se pasa en seguida. Os voy a contar solo un par de ellas que me parecen muy divertidas y os juro que no miento ni exagero en absoluto:

Ocurrió cierta primavera de hace unos años en Barcelona, en un local en el que se celebraba una fiesta cuyo cabeza de cartel era yo (lo supongo por el tamaño de las letras de mi nombre en la promoción) aunque por lo que cuento a continuación muy poca gente debía de saberlo o notarlo. El caso es que yo ya estaba en plena sesión y se me acercó una mujer de unos 35 ó 40 años:

Hola – me dijo muy amable por lo que supuse que me iba a felicitar o comentarme algo de la música que estaba sonando en ese momento que es lo que suele suceder en esos casos. Le respondí también muy amablemente.

¿Hasta que hora dura tu actuación? – Me preguntó con mucho interés y supuse que estaba disfrutando con lo que oía.

En ese justo momento miré mi reloj y , como hacia unos 15 minutos que había empezado, calculé que me quedaba una hora y quince minutos mas o menos por lo que le contesté con una sonrisa– Creo que más o menos hasta las 3 -.

Entonces ella me dijo con cara de disgusto y realmente alarmada – ¡¿Y hasta las 3 voy a tener que estar aguantando esta música?¡ -.

Sin comentarios.

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Es obvio que justo en ese momento le hubiera arrancado el hígado pero soy una persona cero violenta y bastante compresiva , no a todo el mundo le va gustar mi música, pensé, así que volví a respirar y dar otro trago a mi cerveza. Aun así me dejó un poco tocado y durante un rato no dejé de darle vueltas a lo que me había dicho semejante cangreja.

De estas podría contaros muchas pues hay gente que tiene muy poca vergüenza. Eso si, en los tres últimos años no me ha vuelto a suceder pues no dejo que nadie se acerque a mi mientras estoy trabajando, es lo mejor para no tener problemas y sobre todo para no desconcentrarte. Como aquella vez que una persona se subió a la cabina y me pidió por favor que bajara el volumen de la música, yo no daba crédito!

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Son muchísimas las cosas que siento, que pienso, que comento, que me suceden desde que salgo de mi casa hasta que vuelvo. Algunas veces pasa el tiempo tan rápido desde que salgo hasta que vuelvo que cuando ya de regreso me tumbo en el sofá de casa pienso si realmente ha ocurrido o todo ha sido un sueño (o una pesadilla!).

Ocurra lo que ocurra me encanta salir por ahí y mostrar mi música a la gente.

 

 

2 comentarios en “Salir

  1. Pues yo no he tenido aún la posibilidad de ver un concierto p una sesión tuyos pero los discos me gustan muchísimo, sigue haciendo música así, gracias.

  2. Me he reído con cojones, la realidad es que toda actividad es para ciertas personas. Cuanto quisiera que fueras a Puerto Rico a dar un concierto. Me has transportado mucho tus escritos.

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