Me gustaría sentirme bien entre la gente, poder sentarme con desconocidos en el cine para ver una absurda película, reírme de lo que la mayoría se ríe, sentirme parte de ellos. Me gustaría que me importara la unidad de España y la independencia de Cataluña y colgar bonitas banderas en mi balcón. También me gustaría sentirme agusto conmigo mismo y pasarme el día dando a «Me gusta» y escribiendo ridículos tweets para dejar claro que soy «lo más». Me gustaría poder escuchar cualquier música sin tener ningún interés por ninguna, no ponerme nervioso en reuniones de mas de cuatro personas. No ser tan invisible.
Me gustaría ir a las bodas de mi familia y de mis amigos, hablar de cosas sin importancia, preocuparme de esas mismas cosas, no pedir ayuda constantemente. También me gustaría no ofrecer mi ayuda inmediatamente al que me la pide, no sonreír cuando no me apetece, poder dormirme por la noche en treinta segundos y dormir por la mañana hasta mediodía. Seria fantástico también que me gustara salir el fin de semana como si fuera el último y como si mi vida dependiera de pasármelo bien o mal, leer cualquier cosa que caiga en mis manos sin importarme qué es o de quién, ir a museos y exposiciones como quien va al supermercado. Me gustaría que me importara la moda, los comics o las series de televisión, que no me afectara tanto la muerte de alguien cercano, de un niño desconocido o el abandono de un viejo, quedarme indolente ante una increíble historia de amor o que una injusticia me diera exactamente igual. No sentir el amor tan intensamente como lo siento, que me diera un poco igual.
Me gustaría soportar mejor a los imbéciles, es más, poder relacionarme con ellos. Me gustaría ser menos humilde e ir de la hostia como si lo que yo hago fuera mejor que lo que los demás hacen, no sentir cierta tristeza cuando veo el éxito que tienen los que no se lo merecen y no sentir esa misma tristeza cuando veo el fracaso de quien más lo merece. También me gustaría no pensar tanto en lo que los otros piensan de mi y no darle tantas vueltas a lo que yo pienso de los demás, beber menos y relacionarme un poco más. Que me gustarán los restaurantes y recordar mis viajes más por lo que comí que por lo que vi. Me gustaría no estar continuamente esperando que suceda algo cuando se de antemano que no va a suceder, no esperar que una mañana llegue ese e-mail que nunca llega, comer menos carne y caminar mas por la ciudad después de un chaparrón cualquier día de primavera.
Me gustaría no estar siempre del lado de los más desfavorecidos, disfrutar un poco más de cosas materiales y dejarme de tanta elevación. Hablar de casas, comida y del precio de las cosas. Me gustaría desear cosas que no necesito, disfrutar comprando, odiar a la gente con la misma facilidad con la que me limpio el oido con un bastoncillo después de una ducha, no sentir esa excitante necesidad de componer música cada día y no sufrir absolutamente nada cuando con frecuencia atravieso ese eterno y asfixiante desierto creativo. Me gustaría no preocuparme por componer la mejor música de la historia, no exigirme tanto en todos los aspectos de mi vida, no pensar que en cualquier momento puedo morir, también pensar que cuando me vaya dejaré un legado artístico que sirva para que generaciones futuras conozcan, y quizás valoren, mi trabajo. También no pensar que esos principios que yo creía tan sólidos, ahora a mi edad, se tambalean como un escenario viejo. Me gustaría separar mi vida personal de mi vida profesional si es que acaso existe alguna diferencia entre la una y la otra..
Me gustaría ser un autentico cabrón y fastidiar al prójimo tanto como continuamente me joden a mi y ser tan mediocre como la mayoría de los que me cruzo por la calle pues cada vez más tengo la certeza de que la inconsciencia es el camino directo hacia cierto tipo de felicidad. Ser opaco como el barro, frío y duro como el mármol, escurridizo y traidor como viento, astuto y perverso como el mismísimo diablo.
No, no. Pensándolo bien, no me gustaría.