Aunque muchos crean que la música existe desde que Shakira publicó su primer bodrio no es así. La música existe desde que el hombre es hombre, desde que se le ocurrió golpear dos piedras o soplar por una caña. Nos ha acompañado a lo largo de la historia y diferentes bandas sonoras han sido las que han acompañado al hombre a los largo de millones de años. Al principio de los siglos esta era algo intangible que solo existía mientras se interpretaba haciéndose el silencio cuando el interprete terminaba su
ejecución. A nuestros antepasados siempre les debió parecer algo increíblemente agradable pues nunca dejaron de investigar tanto en el desarrollo de los instrumentos que la hacían posible como en el progreso de las composiciones cada vez más complejas. Así, también a lo largo de la historia, la música se ha ido adaptando a los diferentes espacios donde se interpretaba surgiendo estilos muy distintos entre si que encajaban perfectamente en cada situación y estado concretos. Piezas clásicas compuestas para espacios pequeños pensadas para pocos instrumentistas donde el publico estaba mas cerca de la orquesta así como grandes orquestaciones donde el concepto global de la pieza se captaba mucho mejor en un gran espacio y a mas distancia de la orquesta sinfónica se han ido desarrollando continuamente durante siglos posteriores. Así tampoco era lo mismo un concierto de jazz en un pequeño club que un espectáculo estructurado para desarrollarse en un gran estadio de fútbol. Si no ibas a un concierto en directo era totalmente imposible escuchar música. La música se ha ido adaptando a diferentes aspectos de una manera casi sobrenatural, o mejor dicho, el hombre ha ido componiendo músicas distintas que se adaptaban perfectamente a determinado ambientes y público. Cuando los músicos dejaban de interpretar se hacía el silencio que incluso en depende de la categoría de los concierto se hacia de agradecer.
Hasta que llegó la grabación y la música se hizo tangible. El poder grabar el sonido cambió radicalmente todos estos conceptos y pronto, como un ente independiente, como un ser vivo al margen de los hombres, ella también se supo adaptar a esta nueva situación. Aunque las primeras grabaciones (insoportables en el cilindro de Edison) eran algo difícil de soportar, daban una idea que lo que vendría muchos años después. Los músicos podían ya interpretar sus piezas una sola vez y el público escucharlos cientos de veces incluso a kilómetros de distancia. Una auténtica revolución. Conforme los técnicas de
grabación avanzaban también se iban perfeccionando las interpretaciones y la calidad, tanto del sonido como de las interpretaciones, llegaba a limites increíbles hasta el punto de que el publico cuando iba a un concierto esperaba que los músicos sonaran como en el disco cosa que la mayoría de las veces era imposible para decepción de ambos. Esto hizo que los interpretes se esmeraran en reproducir sus piezas exactamente igual que cuando las grabaron en el estudio algo que además de ser casi imposible hacia que perdiera mucho de su naturalidad original. Yo personalmente prefiero el sonido de los discos. Lo de los conciertos es algo totalmente distinto y tiene mucho que ver con todo lo que los rodea que en la mayoría de las veces tiene poco que ver con la música y si más con el acto social. La calidad de las grabaciones, siempre y cuando sea algo aceptable, también es algo que me da igual pues me fijo más en cuestiones extramusicales que en la calidad en si. Te puedes emocionar más con una pieza de Las Grecas escuchada en una radio de 15€ que en un cd oído en un superstereo en el Media Markt, quizás el ejemplo no sea el más adecuado pero estoy seguro de que me entendéis.

Empezamos a comprar (si, si, antes se compraba, increíble verdad?!) discos en vinilo y a grabarnos cintas de cassete sin descanso y con devoción. Llenábamos estanterías gigantes de colecciones impresionantes de nuestros artistas favoritos, grabábamos casetes con colecciones de nuestras canciones preferidas para regalarlas a amigos, en definitiva con la grabación y reproducción de música grabada entrábamos de lleno en un mundo apasionante en el que podíamos verla, tocarla, romperla, quemarla, borrarla…la música se hacia algo material.
Con la grabación y su posterior desarrollo técnico la vida se llenó de música. La grabación digital y el desarrollo de aparatos , primero el walkman y posteriormente el ipod han hecho que la música nos acompañe en todo momento y en todas las circunstancias haciendo de la escucha algo totalmente individual y nada democrático. Cada uno oye la música que quiere y cuando quiere sin tener en cuenta a los demás y sin que los demás tengan que aguantar las castañas que nos gustan.
Todo perfecto, demasiado perfecto. Hasta que llego el Mp3 y su recorte total. Supongo que habrá muchísima gente que no sepa que un tema en un cd pesa (ocupa en cuanto a memoria) alrededor de 45Mb (depende la la duración) y que ese mismo tema en Mp3 pesa 4/5Mb. Supongo también que esa misma gente tampoco se plantea donde están los 40Mb que faltan en el Mp3. Está claro: en la perdida de calidad pues aunque parezca que suena perfectamente hay una disminución increíble en la calidad del sonido y es aquí donde empieza el camino de retorno al principio de todo. ¡Ah el ser humano siempre termina jodiéndolo todo!. Las empresas cuando quieren saben hacer las cosas muy bien y los avances tecnológicos para obtener mayores beneficios son capaces de obrar milagros ya que el Mp3 parece, solo parece, un verdadero milagro.

Este milagro unido a otro gran descubrimiento (otro milagro) como es internet hacen que la música, además de otras muchas cosas, se convierta en algo a lo que tiene acceso todo el mundo de una forma, la mayoría de las veces, gratuita. Conceptos como compartir, cultura democrática para todos etc etc…hacen que todo el mundo con un simple click pueda tener en su disco duro la discografía completa de Betty Misiego en pocos minutos (peor para él). De pronto, solo en mas de cien años, hemos cerrado el circulo. La música ya no existe mas que en nuestros discos duros. Esa intangibilidad de hace cientos de años vuelve a ser la tónica general pues el publico no quiere ya tener a sus artistas en su estantería, ni siquiera les interesa el diseño de sus Cds, ni como sonaría de verdad su último disco, ni que decir tiene el tocar el papel del libreto mientras lee las letras o se informa de los técnicos, diseñadores o fotógrafos que lo han hecho posible. De acuerdo que el Mp3 es un formato cómodo, versátil y barato…pero ya no es lo que el artista se ha currado durante años en su estudio. Es otra cosa.
Han tenido que pasar mas de cien años, la tecnología y todo el esfuerzo que ello conlleva para llevarnos a unos niveles de perfección sonora inimaginables, pero no, nosotros preferimos tirarlo todo con por la borda y escuchar la décima parte de lo que realmente deberíamos escuchar. Ahora, parece que algunos están muy contentos de que el futuro de la música está en los conciertos en directo cuando todos sabemos que siempre tocan los mismos, los demás no existen y para colmo la mayoría son insoportables. Ahora para disfrutar de la música es necesario ir a un concierto en directo cuando también todos sabemos que lo que allí oyes (casi siempre) es algo que poco tiene que ver con la idea original del artista. Los tiempos nos obligan a volver a la época del mester de juglaría, al circo, al espectáculo para entretener al pueblo. Al compositor se le proscribe, se le envía directamente a la cola del paro y se le condena a una triste e inminente indigencia.
Hemos llegado al final, hemos probado la miel, nos hemos embriagado con el elixir más exquisito pero hemos decidido que no, que demasiada perfección no nos satisface. ¿Nos satisface acaso algo?. La Música ya solo existe en el aire y con ello inconscientemente hemos cerrado el circulo.
